13 marzo 2016

87 días viajando…
32 días en Melbourne…

No hay nada como empezar el día con un estupendo desayuno vegano en el Lentil de Thornbury.

Me quiero comprar un ukelele para llevármelo a NZ y aprender a tocarlo. Flash, uno de los habituales del Lentil, me dijo ayer que fuera a un JB Hi-Fi, que tienen una oferta. Así que, después de desayunar, me cojo la bici y me voy para el Northland Shopping Center.

Madre mía, qué poco estoy acostumbrado ya a los grandes centros comerciales. Uf…

Efectivamente tienen ukeleles sopranos por $28 (unos 19€). No son muy buenos, pero me sirve para aprender a tocar. Y por $14 más, me compro la funda.

Salgo del centro comercial antes de que me dé un ataque de agobio, y me vuelvo a Victoria Rd.

Aprovecho que hace bueno para hacer una última colada aquí y luego me voy al Lentil con mi nuevo ukelele a comer algo (sopa y curry). Ahí me encuentro con Hannah, que me enseña algunos acordes, y con Natalia, que se ha traído su guitarra.

Hannah me hace una demo del uso del ukelele. Como no tenemos cejilla, usamos un cuchillo y el coletero de Chuck. Parecemos McGiver. 

Luego me arranco yo con La Bamba…

Y luego hacemos un par de intentos de Clandestino, cuando la risa nos deja. 

Qué gran compra ha sido el ukelele… la de risas que he tenido hoy. Ahora, al ver los vídeos, me doy cuenta de que cuando toco lo toco, me hago pequeñito. Jajajaja…

Natalia me dice que ha quedado con su compañero de piso, Randy, de Perú, y con María, una Argentina que está de paso en Melbourne, camino de Nueva Zelanda, donde irá mañana por la mañana, apenas unas horas antes que yo. Han quedado en una tienda de discos donde hay una especie de degustación de un plato japonés o algo así, y luego van al Kiki Riki a escuchar a una banda de rock latino. Me ofrecen unirme y no lo dudo, claro, así que cogemos nuestras bicis y nos vamos para Fitzroy, a la Plug Seven Records, la tienda de vinilos de Smithton St. 

Ahí pasamos un rato de charla con Randy y María y, cuando nos da hambre, Randy propone ir a un restaurante etíope cercano.

Fitzroy es un barrio famoso sobre todo por su arte callejero. No es ilegal ni clandestino, sino que todo aquel que quiera, puede pedir permiso y pintar la pared de un edificio.

Algunas pintadas son espectaculares.

Llegamos a The Horn, el restaurante etíope, donde Natalia y yo compartimos un plato vegetariano (aquí siempre hay opción vegetariana y sin gluten) y Rabdy y María un plato carnívoro.

Al final he hecho una comida tardía y una cena temprana. Tengo la sensación de no parar de comer.

Salimos del local (me encantan los tranvías de aquí)…

…y nos vamos ya para el Kiki Riki, un garito mexicano donde está toda la población Latina de Melbourne

Donde me tomo una “corona” (que no coronita, aunque es lo mismo).

…y donde conozco a David, el argentino que lidera la banda DNA que va a tocar esta noche un homenaje al rock latino de todos los tiempos.

Mientras esperamos que empiece, nos hacemos fotos, que son aprovechadas por alguna espontánea que quiere salir también.

Nos pillamos lo más típico de México, la michelada, cerveza con picante. Hacía mucho que no la tomaba. Me trae recuerdos de Ecuador.

David nos presenta a su amiga Ana, de Nueva Zelanda.

Ana y María me recomiendan un par de sitios a los que tengo que ir sí o sí cuando esté allá. Me los apunto en Google Maps para no olvidarlos. Todo el mundo dice maravillas de NZ, especialmente de la isla sur. A ver cuánto me da tiempo a ver en 3 meses que tengo de visa.

¡Y comienza el concierto!

Sólo reconozco una de las canciones, la del Popolito, que se cantaba cuando yo tenía 12 años!!

David es tan argentino, que convierte el concierto en un show. Se nota que medio improvisan, pero da igual, estamos en primera fila y nos lo pasamos genial

Termina casi a media noche y nos vamos Natalia, María y dos amigos de Natalia a buscar algo de comer….

Acabamos en un 7Eleven comprando falafel de humus que, todo hay que decirlo, estaba buenísimo.

Ha sido una genial última noche en Melbourne, una despedida perfecta. Cada vez me siento más adaptado a este lugar, cada vez conozco más gente y más sitios, cada vez me lo paso mejor…

…pero toca irse. Eso es el desapego. 🙂

Pero precisamente lo maravilloso de este viaje es conocer sitios y personas maravillosas que quedan guardadas en un rincón del corazón para volver en algún momento en el futuro.

El mundo no es tan grande y tenemos tanto tiempo.

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