Nueva Zelanda (Rangataua) – de vinos en Clyde Hotel

by | 17 Mar 2016 | 0 comments

17 marzo 2016

91 días viajando…
3 días en Rangataua…

Uy, ayer me equivoqué. Es hoy y no ayer cuando hace 3 meses que dejé Madrid

Hoy he decidido probar una nueva rutina mañanera. Me levanto a las 8 y preparo un zumo de manzana y naranja (que maravilla volver a tener licuadora). Lo guardo en un termo, me pongo mi ropa de yoga…

…me cojo la bici de Susan y me voy hasta su casa.

Allí estrenamos su nuevo “Yoga Room”. Yo me hago media serie de Ashtanga y ella hace su propia práctica. Ashtanga es un poco fuerte para ella, que no tiene costumbre. 

Después de la práctica, compartimos el zumo, que nos lo hemos ganado, y me cojo la bici de vuelta a The Shed para ducharme y preparar el desayuno: tortilla de queso con tostadas y tomate. Susan llega justo para el desayuno y se queda maravillada con mi tortilla de queso. 🙂

Me parece la rutina perfecta para compartir mi práctica del yoga con ella, para tomar zumo todos los días (cómo lo echaba de menos) y para cocinar el desayuno en The Shed, que tiene una muy buena cocina. No se me ocurre mejor manera de empezar los días. 

Después nos ponemos a la tarea. Se le han estropeado las cortinas del salón y toca cambiarlas, así que aprovechamos la ocasión para lijar y barnizar la ventana. 

De nuevo en acción. En esto se me va toda la mañana. Más tarde nos vamos a Ohakune a hacer la compra. Por el camino me llama la atención una cosa naranja que hay en el prado donde pacen las vacas…

…y resulta que son zanahorias. Ohakune es el mayor productor y exportador de zanahorias de Nueva Zelanda. Y como tienen tantas, las usan para alimentar a las vacas. 

Llegamos al súper…

…y en la compra me deja elegir a mi: verdura, tomates, leche de almendras, cacao, frutos secos, garbanzos, lentejas rojas, arroz integral… el paraíso!

Después nos vamos al Clyde Hotel, el bar de Charlotte. 

Ayer me ofreció que me pasara hoy a conocer a su staff. Son una pareja encantadora de chilenos. Él es Cris, que trabaja en la cocina, y ella es Leticia, que trabaja tras la barra. Me tomo un vino con Susan, y Cris nos prepara una especie de pan de pizza con salsas.

Algo más tarde Susan se va (para volver me he traído la bici en la camioneta) y me quedo de charla con Leticia.  Consigo hasta que me ponga una tapa!

Me viene genial la charla, no sólo por la comodidad de hablar español, sino porque, al llevar ellos aquí más de dos años, me cuentan cómo funcionan aquí las cosas. En general la gente en Nueva Zelanda viven muy aislados y agradecen mucho la compañía y tener con quién hablar. Y es que lo más impresionante del país es que ves una casa de vez en cuando. La gente vive muy dispersa y aislada. 

Leticia me comenta que mañana y pasado van a tener mucho lío en el local y que estaban buscando a alguien para echar una mano, que si me apetece. Y tanto que me apetece… ¡y pagado! Me viene de perlas. 

Así que mañana lo confirmaré con Susan, pero no creo que haya problema. Sería trabajar lavando platos y sirviendo mesas desde las 17:30 hasta que la cosa se calme. Como muy tarde las 21:30. Y el sábado también, si quiero. Y tanto que quiero. Me parece una experiencia muy interesante.

A las 21:30 cierran y como se ha puesto a llover un poco de más, se ofrecen a llevarme a mí y a mi bici a Rangataua. No pueden ser más majos. 

Para cenar me hago una ensalada de lechuga, tomate, apio, cebolla, huevo y lentejas rojas. Y me cuezo una mazorca de maíz. Comer, como… y muy bien. 

Me hago una meditación de media hora, pero me cuesta no dar cabezadas. Se nota que he perdido la práctica. 

Tengo que practicar todos los días. 

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