16 abril 2016

121 días viajando…
6 días en Wharariki…

Lo malo de dormirse tan pronto y dormir tantas horas es que a las 6 ya estoy desvelado. Intento dormir más, pero no hay forma, así que poco antes de las 7 me levanto y hago mis saludos al sol que aún no ha aparecido. 

Hoy quiero hacer mi colada para irme mañana con la ropa limpia, pero dependo de Richard para no tener que pagar por usar la lavadora. 

Repito el desayuno de ayer de quinoa, lentejas rojas, zanahoria, calabaza y huevo. 

Estoy intentando acabar con toda mi comida para no cargar con ella mañana. O al menos, la menos posible. 

Después de desayunar aún me queda una hora antes de la reunión, así que vuelvo a mi libro “Sombrero Fallout”. Me tiene enganchado a pesar de lo absurdo que es. Y me está viniendo genial para aprender algunas expresiones. 

Mi dedo está realmente mejor.

A las 9:30 en punto voy para la reunión. Como siempre, soy de los primeros. 

Al rato llega una woofer nueva, Pia o algo así creo entender, es alemana, rubia y muy joven. A Dion se le ilumina la cara y la recibe con una sonrisa y con un “Bienvenida a Wharariki “. Igualito que conmigo. 

Le explica algunas cosas, entre ellas le comenta que yo he “cancelado” mi estancia, como si yo no estuviera ahí delante escuchando. 

A mi me dice que después de limpiar me pase para seguir trabajando con el remolque. 

En fin, me voy con Richard a hacer la limpieza. Le noto más seco que de costumbre. Ya ha debido correr el rumor de que me voy. Le insisto en lo de la lavadora y me dice que tiene la llave en su remolque, que luego la trae. Paciencia. Cuando ya estamos allí limpiando, me dice:

– Ya me han dicho que te vas.
– Sí, es que aquí no hay internet…
– No puedes vivir desconectado, ¿eh?
– No, no es eso. Es por algunos asuntos que tengo que atender en España…
– ¿Qué tipo de asuntos?

Y ahí no puedo evitar la tentación. Le suelto:

– Colaboro de vez en cuando con la Unidad de Delitos Informáticos de la Policía de España. 

En ese momento la actitud de Richard cambia por completo, se vuelve mucho más amable y simpático conmigo y me ayuda a limpiar todo el espacio.

Y en ese momento a mí se me quita el mal rollo. No dudo que se lo va a contar a Dion y que por fin me dejará irme en paz. 

Richard se va mientras termino de fregar el suelo y me dice que por favor limpie y haga la cama de uno de los bungalows, que me deja las sábanas limpias preparadas. Le vuelvo a decir lo de la lavadora y me dice que ya está puesta. Oh, vaya… 

Termino de fregar y me paso por los bungalows, pero los veo todos hechos y limpios. Así que nada, me voy al taller… y no hay nadie. 

Me voy al café, donde me encuentro a Ann, que me dice que se han ido todos a pescar langostinos. Pues yo no puedo hacer nada en el taller sin que me digan lo que tengo que hacer. Ann me dice que, entonces, me vaya a dar una vuelta. No volverán hasta la tarde. 

Así que tiendo mi colada y enfilo el camino. Veo que a oficina está cerrada. Están realmente necesitados de woofers.

Se me ha ocurrido hacerle una visita a Steve para despedirme. No recordaba que su casa estaba tan lejos. Es un paseo como de 45 minutos. Por el camino veo una señal anunciando una antigua mina de carbón. Me asomo. 

Lo que encuentro es un montón de vieja maquinaria abandonada y oxidada…

…y finalmente la entrada de la mina. 

Llego por fin a casa de Steve, donde la primera que me saluda es su preciosa perrita Jolie. Y después Steve. No puedo evitar sacar fotos de sus enormes calabazas. 

Steve me enseña su propiedad que compró por internet hace año y medio cuando aún estaba en Nueva York. Lleva 18 meses trabajando en ella, haciéndosela a su medida. Es sorprendente. Yo no sé si podría vivir así de aislado, por muy chula que me hiciera mi casa, la verdad. Es una de las cosas que he descubierto en este viaje. Estoy menos preparado de lo que creía para vivir aislado. 

Me despido de él agradeciéndole su hospitalidad… 

…y de vuelta decido volver a hacer una visita al Cape Farewell…

…y recorrer la zona de acantilados, que es espectacular. 

Después me vuelvo para el Holliday Park para hacerme algo de comer. Paso por el montículo de piedras. Por cierto, parece la tumba de alguna mascota.

Vuelvo a hacerme el arroz de anoche. Me van quedando pocos ingredientes y las opciones de comida son ya realmente limitadas. Sólo me queda arroz, quinoa, lentejas rojas y garbanzos sin cocer. Y de fresco sólo zanahorias. Qué bien he calculado la comida para una semana. 

Después de comer vuelven de la pesca. Le pregunto a Richard por los bungalows y me dice que ya los hizo él al final. Pues al final hoy he trabajado menos de 4 horas. A ver que me dice Dion mañana. Me apuesto algo a que me descuenta un día de comida. No voy a discutirle por $10 (6€).

Como aún es pronto, me vuelvo a dar un paseo a la playa para despedirme y sacar las últimas fotos. Y a ver si veo algún bebé foca. Pero no hay suerte. 

Me despido del último atardecer en esta zona de Nueva Zelanda que me ha dado tanta belleza como malos rollos…

…y me vuelvo para el Holliday Park. Por el camino me cruzo con dos chicas que vienen hablando en inglés y de inmediato reconozco el acento… “Eres española, verdad?”.

Bingo. Es Claudia, de Barcelona, la primera española que veo en Nueva Zelanda. Y para ella, lo mismo. Viaja sola. La chica con la que hablaba la acaba de conocer. Va a pasar la noche en el camping, pero ahora iba para la playa. Es encantadora y a ambos nos apetece charlar en español, así que quedamos en vernos luego a la hora de cenar. 

Me vuelvo, recojo y guardo mi colada, me preparo una infusión de jengibre y limón, y me siento a leer un rato. 

A la hora de cenar aparece Claudia y nos ponemos a charlar mientras ella se calienta su pasta con tomate y yo vuelvo a hacerme un arroz de (pocas) cosas. Lleva desde noviembre trabajando en una tienda de Queenstown y aprovecha sus dos semanas de vacaciones para recorrerse la isla. Estará en Nueva Zelanda hasta mayo y se volverá a Barcelona.

Cuando terminó mi arroz, lo comparto con ella, para que coma algo un poco más elaborado que su pasta. Ella comparte conmigo su pan con Nutella. 

Hacia siglos que no lo tomaba. Intercambiamos Facebooks (para cuando tengamos conexión) y nos hacemos una foto para el blog (¡Hola, Claudia!).

Hemos quedado mañana a las 7 para los Saludos al Sol, si consigue levantarse. Y nos despediremos en el desayuno, ya que ella se va a hacer unas rutas y yo me voy ya (por fin) para Nelson. 

El resto de la noche lo dedico a escribir esto y leer. Quiero terminar el libro “Sombrero Fallout” hoy para regalárselo mañana a Zara. He tenido la idea de apuntar el nombre de Jean (que me lo regaló en Melbourne) y debajo el mío y dárselo a Zara diciendo que ponga el suyo y que cuando lo lea, se lo regale a alguien con la condición de que haga lo mismo. 

Quiero que sea un libro viajero. 

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